El restaurante PLAYA, frente al paseo de Santa Pola buscaba renovar su imagen al completo para atraer a mayor diversidad de clientes. La principal actuación con la que se pretendió dotar de un nuevo flujo de gente el local fue abriendo y exponiendo el interior al máximo al exterior, de modo que desde dentro la sensación fuera casi como estar en el mar, generando desde fuera una imagen muy atractiva. Además, se crea una terraza anexa cuya envolvente con cortinas de vidrio se repliegan completamente lo cual proporciona esa sensación de desvanecimiento de los límites entre interior-exterior.
La fachada principal y el chaflán se tratan con un azulejo cuadrado azul marino esmaltado y la rotulación retroiluminada del restaurante. El resto lo hace la visión total del interior, que se protege del soleamiento mediante unas persianas alicantinas en madera de roble.
Trabajamos paletas de colores pastel entre ocres y tonos peachy para las paredes, mantenemos el mármol existente en el suelo y en los techos de plantea una retícula de madera que siga el ritmo de disposición de mesas, sobre la cual se colocan unas placas de fibras naturales para mejorar la acústica.
La utilización en la decoración y mobiliario de elementos cerámicos tradicionales, ratán, enea o maderas crean en conjunto espacios muy confortables y ricos en detalles, al mismo tiempo que su distinta configuración ayuda a diferenciar ambientes; desde una terraza más fresca en planta baja, a una barra para un picoteo más informal, hasta una zona de bancos corridos con el mar como telón de fondo en la planta altillo o una zona lounge distendida con un punto tropical.
Uno de los elementos más llamativos, sin embargo, es el patio a doble altura que conecta ambas plantas, donde a través de un techo tensado retroiluminado se crea una sensación de patio natural, en el que además la vegetación e iluminación colgante y el papel pintado en la pared de fondo, le darán ese toque fresco, luminoso y mediterráneo que se puede respirar en todo el local.